El año de nacimiento como ventaja

Sin duda, nos enfrentamos a retos nunca antes vividos. Las compañías han de enfrentar el reto de adaptarse, optimizar al máximo, y en algunos casos, buscar su océano azul.

Por otro lado, las personas acumulan experiencias no solo profesionales, sino también de vida, y sacar partido a estas experiencias es algo que podemos positivizar en lugar de castigar a los profesionales senior por haber superado que su edad empiece por, o sea mayor que cuatro.

No podemos dejar de tener en cuenta que todo lo que vivimos, a lo que nos enfrentamos, lo que asumimos y resolvemos a lo largo de los años, deja una impronta en nuestra forma de actuar ante los retos. La estrategia y foco de muchas de las búsquedas de talento de las Compañías se centran en encontrar talento joven, dinámico y creativo que les provea de ese ímpetu y ganas que aporta la ambición en el inicio de la etapa profesional, pero por otra parte, también es necesaria la templanza (que no está reñida con el entusiasmo), la experiencia y el compromiso que pueden ofrecer los perfiles senior que tantas batallas han ganado y perdido, y por ende, aprendido.

Reflexionaba hace un tiempo acerca de la no siempre bien interpretada intuición, me preguntaba que sería realmente, como se estructuran dentro del cerebro esas “chispas de certeza”. Llegué a la conclusión de que quizá sea algo mucho más natural de lo que a veces queremos admitir, y si la reflexión resultara ser acertada enriquecería aún más el desempeño de las personas con amplia experiencia profesional.

Os comparto la reflexión:

¿Qué es la intuición? Durante mucho tiempo se ha alabado o se ha demonizado, depende de quien la haya juzgado. Lo cierto es, que casi todo el mundo ha vivido algún episodio “inexplicable” relacionado con presentimientos o intuiciones, se ha anticipado a lo que iba a ocurrir, o ha previsto situaciones que luego han resultado ser ciertas.

El cerebro recibe una cantidad invalorable de datos que no procesa a nivel consciente por no considerarlos necesarios. Las conexiones neuronales que no se ejercitan, se eliminan, es como una ley de mantenimiento óptimo de los recursos necesarios del cerebro para la supervivencia y la energía que necesita para mantenerse.

Cuando una persona ve, escucha, toca o percibe algo, solo procesa los grandes detalles, los que su cerebro y atención consideran necesarios, pero omite muchísimos otros que no parecen relevantes para la situación sobre la que haya que actuar.

De hecho, al cerebro de las personas autistas, lo que le ocurre es que no elimina todas estas conexiones, sino que mantiene un volumen mucho más alto de ellas, por ello, estos cerebros tienen mucho “ruido”, perciben muchísimas cosas que es complicado procesar al mismo tiempo. A ello se debe la “sobreinteligencia” que a veces se les atribuye.

Ahora toquemos otro tema: la muy polemizada inteligencia artificial. Nadie duda de su evidencia científica, ya que está basada en cálculos matemáticos muy complejos, y de las matemáticas “nos fiamos”. En el fondo, lo que hace esta tecnología es procesar una cantidad ingente de datos para obtener patrones o identificar equivalencias.

Ahora pregunto: ¿y si realmente nuestra intuición no fuera más que eso? ¿Y si los datos que el cerebro es capaz de percibir sin procesar de manera consciente quedasen almacenados en algún lugar del mismo y lo que realmente estuviera haciendo el cerebro con ellos fuesen cálculos matemáticos complejos que arrojaran luego las famosas intuiciones cuando la situación enfrentada se considerara identificada con un posible resultado?

Si a esto le añadimos que aún nos queda mucho por descubrir acerca de la percepción de datos por medios más allá de los conocidos actualmente, tendríamos la fórmula mágica: la intuición no sería más que una versión biológica y natural de la denominada “inteligencia artificial”. En el fondo, puede que no inventemos nada que no sepamos de antemano.

Para concluir, si le damos cierto valor a esta reflexión, podríamos concluir, que el haber acumulado múltiples experiencias a lo largo de los años, capacitaría al talento senior bien entrenado para “predecir” resultados y bien poder evitar en algunos casos riesgos innecesarios u obtener éxitos más rápidamente. Si esto lo aplicamos a su desempeño en ciertos roles de las Compañías, tendríamos a mano un auténtico tesoro. Aprovechémoslo.

Carmen Gayo -M8R Strategy-

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